martes, 13 de agosto de 2013

El vuelo de la cigüeña

Un verano no se parece a otro, eso está claro. Como también lo está que cada descanso estival supera al otro y no lo digo por lo que se conoce sino por las oportunidades de disfrutar de experiencias únicas como el primer vuelo de una cigüeña.

Fue  en Tábares, un pueblo de arena rojiza muy típico de Castilla y León, donde vi por primera vez a una cigüeña. A lo mejor es una insignificancia, pero representó mucho verla y ser testigo de como emprendía su primer vuelo fuera del nido. Sentí su miedo a no saber volar, a salir de su pajar calentito para empezar una nueva vida. La vi intentarlo una y otra vez hasta lograrlo.

La vi llenarse de valor, aletear cada vez más rápido y evitar que el viento la envolviera. 

Mi mirada la siguió hasta perderse en las alturas, uniéndose a las otras aves. Las dos teníamos que seguir nuestros caminos, ella no sé a donde, yo a descubrir nuevas cosas, a reencontrarme con nuevos paisajes; ver nuevas gentes, disfrutar de este país que  es tan diferente y sui generis de una comunidad autónoma a otra.

Cada quien es dueño de sus miedos, pero me pregunto si vale la pena tenerlos cuando se tiene tan poco tiempo y oportunidad para disfrutar, especialmente de la naturaleza y sus mensajes.


Hay que seguir volando sin temores y si nos caemos no nos queda otra que levantarnos y seguir intentando hasta perfeccionarlo y si no se perfecciona al menos se vuela o mejor: se vive.

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