viernes, 14 de junio de 2013

Coco Solo y los recuerdos


El vuelo del colibrí le anunció a Simón Martínez Ubarnez la visita que recibiría esa tarde calurosa y con ella el cambio de  sus planes. Acababa de llegar del río y reposaba en un chinchorro verde cuando divisó en el pórtico flanqueado de trinitarias o buganvilas  a  los personajes.
Reconocía a uno de ellos, Rosa Isela, su compañera de estudios; los demás los identificaría después, entre ellos a “esta niña”, como cariñosamente me llama desde que así me bautizara Carlos Guevara Tamara (quien también tendrá su historia aquí).
Nos dimos un abrazo guajiro, de esos que no se olvidan, como la amistad. Al rato decidimos ir al río, era más que justo con el sofocante calor que traíamos de Valledupar.
Simón ha hecho de su finca en Coco Solo un espacio para compartir con los amigos, y los amigos de sus amigos, el buen sabor de la cocina gourmet en plena Sierra Nevada.
Con Nubys, su mujer, que es tan especial como él, ha sabido respetar la naturaleza no solo porque Coco Solo es territorio indígena, sino porque bien vale la pena resguardar uno de los mejores patrimonios que tienen los departamentos del Cesar, La Guajira y el Magdalena: la Sierra Nevada.
Fue precisamente Simón, quien me enseñó la historia de la Sierra Nevada, el sitio donde habitan los cuatro pueblos indígenas que a su vez son las cuatro patas de una mesa que conforman el equilibrio del universo.
Años más tarde lo confirmé en la practica con los Kankuamos, Koguis, Wiwas e Ikus. Esta historia va por ellos y por toda mi gente de Valledupar que hoy recuerdo, como también añoro la majestuosa Sierra Nevada. 

PD: Por supuesto el reencuentro amistoso tuvo su aporte gallego, un mencia de la Bodega  O Ribouzo, de Villamartin de Valdeorras, linda tierra también. 

1 comentario:

maruba dijo...

Qué grato encontrarse con una nota como esta en el blog de "esta niña" que tanto aprecio, y que sé muy bien ella escribió con el corazón, porquelo escrito allí, lo reescribió más de una vez, se le nota, porque estaba emocionada al fijar cada palabra que se le venía atropellando a las otras. Pero lo concluyó y aquí está, esa es ella, un corazón con patas, que yo amo como una parte de mí mismo.