jueves, 4 de julio de 2013

Licencias para espiar y un poco más

Sin pretenderlo Edward Snowden  se enredó en la maraña de intereses políticos y económicos de los presidentes de Rusia, Venezuela y Ecuador, estos últimos reconocidos en el mundo no precisamente por su respeto a   las libertades de prensa y opinión, si no por todo lo contrario: tanto Maduro,  iniciado por Hugo Chávez, y Rafael Correa le declararon la “guerra” a los medios de comunicación de sus países  cerrando y dejando fuera de circulación a canales de televisión,  periódicos y  emisoras. Y con Putin ya se sabe lo que hay en Rusia: absolutismo total, un año gobierna él y otro Dmitri Medvedev.

Snowden, que sin arroparse de la manta de héroe, salió de Estados Unidos dejando una estela de dudas sobre las relaciones diplomáticas, la información, la seguridad y otros tantos temas que nos afectan hoy día como el movimiento de los mercados.
El chico, que seguro será el gran perdedor de esta contienda de intereses, no sabe en lo que se metió desde el día en que quiso revelar los secretos mejores guardados o espiados de la potencia que quita y pone, que tiene licencia para todo: hasta para espiar.
Está bien que conozcamos que nos espían, eso se sabe desde que el mundo es mundo, o mejor desde que existe internet, que por cierto nació con fines bélicos justamente en el país norteamericano.
¿Cambiará nuestra historia a partir del goteo de la información que revela Snowden?, pues no.
Aquí y allá no pasa nada y todo seguirá como antes: espiándonos y dejándonos espiar y por si fuera poco agradeciéndole a Estados Unidos tal hazaña. Y si no es así como es que  impiden al presidente Evo Morales repostar su avión en territorio europeo. 
Unas cuantas clases de relaciones internacionales no les iría nada mal a este gobierno, porque eso de que todo este asunto es “artificial”  no es más que desconocimiento de protocolos internacionales,  especialmente a relaciones beneficiosas para España, entre ellas, económicas.
Este asunto promete, como la suerte de Snowden.

PD: esperamos que el derrocamiento de Mohamed Mursi como  presidente de Egipto y el juramento de Adli Mansur, como presidente en transición del país de Oriente Próximo represente además de un respiro para la población, el restablecimiento de sus derechos.
De nuevo los movimientos sociales han pasado factura a los mandatarios sordos, ¿pero hasta qué punto es beneficioso el apoyo de los militares?.  Tengo mis dudas y temores.
Por cierto, no nos quedaría nada mal imitar ciertas reacciones. El pueblo egipcio de cansó, se apostó en la plaza Tahrir y no se intimidó a la hora de pedir cambios.

¿Cuándo pasará en España?.

1 comentario:

Unknown dijo...

es inevitable lo que está pasando, asi somos los humanos, primitivos y a la vez con una infinita capacidad de crear, lástima que a veces lo utilicemos para destruirnos.