jueves, 20 de octubre de 2011

Sarria- Portomarín, la primera etapa del Camino


La noche antes de la primera etapa del Camino, Sarria- Portomarín, no logré conciliar el sueño. Se trataba de caminar los primeros 23 kilómetros de los 115 que debíamos recorrer en cinco días para llegar hasta Santiago de Compostela y era más que necesario descansar, pero la inmensa luna llena de Sarria no lo permitió, o más bien el insomnio que a veces se apodera de mi sin autorización alguna.
Antes de las ocho de la mañana estábamos en pie para iniciar el largo sendero de flechas amarillas que indicaban el camino, aunque no era necesario. Los primeros peregrinos nos sirvieron de guía.
Dejamos a Sarria medio dormida y con neblina. Emprendimos la marcha junto con otro grupo, entre ellos una peruana radicada en Alemania.
Hidratarse frecuentemente y picar algo de fruta cada cierto tiempo era la clave para sostener el trote. En Vilei, kilometro 108, hicimos una pequeña parada para sellar la credencial, era obligado si al final queríamos la compostelana. Sellamos cuatro veces más hasta llegar a Portomarin.
Fue exactamente en Mercado da Serra, en un bar que justo encontramos lo que nos apetecía: un café cargado, tostadas con mermelada y mantequilla. 
Hicimos un par de fotos, tomamos agua y a seguir. No podíamos detenernos más, había muchos trechos que recorrer en medio de los paisajes más pintorescos de Galicia (viaductos, falsos mojones, castaños, labriegos y las pocas rubias galegas que se han salvado del cruce con otras razas de ganado).
Una niña de la aldea de A pena nos ofreció una concha y la calabaza que deben llevar los peregrinos. De las dos nos decidimos por la concha, traída directamente desde A Coruña y con las que los comerciantes aprovechan para ofertar a los peregrinos, extranjeros en su gran mayoría .
En ciertos tramos nos topábamos con desvíos del camino por arreglo de las vías, sin embargo más que por empeño en seguir el camino original, hacíamos caso omiso de los avisos.
En gran parte del recorrido lamentamos no llevar un poco de pan para acompañar las tantas nueces que tenía el senderista, había para repartirle a un pueblo.
En Mirallos nos detuvimos a comprar pan. En un buen gesto con estos peregrinos la dueña de un restaurante nos ofreció un poco de lo que le quedaba. Así pudimos engañar el hambre hasta una cuesta antes de Portomarin, donde encontramos un viñedo, en el que no solo descansamos sino que también aprovechamos los pequeños frutos que había dejado la vendimia.
Después de deleitarnos con unas cuantas uvas  de la Ribeira Sacra decidimos emprender el camino. Faltaba poco.
En lo alto divisamos el final de la etapa: Portomarín, una bella villa de casas blancuzcas y los techos de pizarra que tanto me gustan.
Habíamos caminado 23 kilómetros y nos apetecía no solo una buena comida, sino también un buen sitio donde reposar para la mañana siguiente seguir con la segunda etapa.
Cruzamos el puente sobre el rio Miño, o lo que queda de él. Lo recuerdo tanto no solo por la sedimentación sino por el vértigo que me producía mirar hacia abajo. Subimos las empinadas escalinatas que conducen al arco del viejo puente romano-medieval. Llegamos a la meta.
De ese tramo final nos quedan de recuerdo la sed que teníamos que apenas topar la primera fuente nos abastecimos en ella, las fotos de la Iglesia San Nicolás de Portomarín y la larga espera para que nos sirvieran la comida en el restaurante.
Entre unas que otras cantigas gallegas el tramo se nos hizo fácil, llevadero y muy especial. El senderista adelante y yo con mi paso de tortuga atrás, cada uno a su ritmo logró sortear el primer día y así los siguientes.
Lo que más me gusto: sin duda el paisaje, el contacto directo con la naturaleza y los frutos que ésta nos brindo durante el recorrido, el silencio y por supuesto la compañía.

El recorrido apenas empieza…..

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi Yosme, me parece super tu experiencia y que hermoso que vivas esos momentos llenos de tranquilidad con lindos paisajes , y amigos. Te envidio me gustaria vivir algo asi.

Anónimo dijo...

Mi Yosme, me parece super tu experiencia y que hermoso que vivas esos momentos llenos de tranquilidad con lindos paisajes , y amigos. Te envidio me gustaria vivir algo asi.

Tatiana H. dijo...

Yos, mi amiga, quiero ver fotos!!! me hace tan feliz que hagas cosas como estas, vamos, ven a visitarme, acá tenemos mucho por hacer!. Besos.

Unknown dijo...

ahora estas procesando la información, el corazón la carga como la memoria interna del ordenador, y cuando escribas, será la pantalla que muestra esa gran experiencia, inolvidable y única que es el camino de santiago, ese que inexplicablemente te cambia la vida.