sábado, 29 de noviembre de 2014

Chanfle se nos fue El Chavo


Con su ingenio y creatividad, Roberto Gómez Bolaño les regaló a los niños latinoamericanos (desde los 70 hasta la actualidad) la risa. Y no es que esos pobres niños que apenas estrenaban televisor a blanco y negro no la tuvieran.
Roberto Gómez Bolaño, ese mejicano de mediana estatura y  miembro más de la familia supo colarse en nuestros infantiles corazones y nos marcó para siempre.
El primer programa que vi, una vez se masificó el servicio de energía eléctrica en La Guajira y llegó la tele fue El Chavo del Ocho. A esas edades (menos de siete años) no comprendía la lucha de clases y las injusticias que ocurrían en la vecindad, donde vivía El Chavo -en un barril- con las carencias de todo lo que debía tener un niño pero nos “engancho” como lo hizo con las niñas y niños de toda Latinoamérica donde se emitía el programa.
Roberto Gómez Bolaño, el creador de muchos personajes que nos mantuvieron atentos a las ingenuidades del Chavo del Ocho, a la torpeza de Chispirito o del doctor Chapatin, murió ayer en México y la noticia me sorprendió, tal como ocurre cuando se van mis personajes favoritos porque de una u otra forma se va una parte de ti y se reavivan recuerdos de la infancia, la época dorada.
Muchas gracias Roberto Gómez Bolaños por estar en nuestra infancia y más allá.


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