viernes, 17 de octubre de 2014

Los virus del miedo


Si se cumplen las predicciones de la Organización Mundial de la Salud, OMS, esta semana se superarán los 9 mil casos de contagio por el Ébola en África.

Han transcurrido diez meses desde la primera víctima del letal virus (un niño de dos años en Guinea) y el riesgo es inminente, como lo es el peligro de expansión de la enfermedad. Ya está en Europa y Estados Unidos.

Teresa Romero, la primera víctima del virus en España, está saliendo del peligro. Al igual que la sanitaria norteamericana. Los que corren el riesgo son los voluntarios, cooperantes, misioneros y el personal médico que lucha con las “uñas”  en África  para que las cifras del letal virus no sigan consumiendo a los habitantes de Liberia, Nigeria, Guinea, Senegal y Sierra Leona. 

Las enfermedades vienen y van, las farmacéuticas esperan como buitres una nueva  epidemia para  hacerse más ricas, pero la humanidad sigue siendo la misma: inmutable al dolor del otro, a la necesidad del otro. 

Hasta el momento son pocos los países que han atendido el llamado de la OMS para frenar el “mal” en el continente africano. Cuba ha enviado personal sanitario, lo mismo que Estados Unidos. De la ayuda de España poco se sabe. Aquí se combate con otro virus tan arraigado en  la sociedad y tan dañino como el Ébola: la corrupción.

Ayer decía Jordi Evole que este país necesitaba regenerarse y no deja de tener razón. Mientras que con el dinero de los  contribuyentes se rescataba Caja Madrid, su “plantilla” exprimía  las tarjetas de crédito  en buenos restaurantes, viajes, buen caviar y más lujos.

Pero aquí no pasa nada, nadie renuncia, reina el silencio. La cárcel es para los que salen a la calle a protestar.  La desilusión es colectiva. 


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