Los ojos de mi niña parecen dos soles. Grandes como
su mundo. Tan vivos como sus ocurrencias.
No alcanzaba a tener los seis años cuando vio un
micrófono a su alcance y lo empuñó con tanta seguridad que se lanzó a usarlo.
Era un pequeño auditorio al que fue para acompañar
a una de sus modelos a seguir.
El “hola, hola, un dos, tres, probando”, fijó todas
las miradas hacia ella.
Mi Nana se “come” el mundo con solo abrir sus ojos,
impresiona, conquista, se hace querer y de vez en cuando se echa mucho de
menos.
Aunque me aterra pensar que le seguirás los pasos a
tu tía, especialmente en eso del periodismo, lo que más deseo es que seas tan
feliz, que disfrutes de todas las etapas de tu vida porque naciste para ser
grande, ya lo eres.
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