La
sempiterna lluvia santiagueña no impidió que asistiera a mi primer mitin en
Galicia.
Además
de conocer la realidad de las campañas políticas a este lado del continente me
interesa ver a los políticos en la arena, percibir la pasión que éstos
despiertan entre sus electores.
A
diferencia de las elecciones anteriores ésta la he vivido más de cerca,
escuchando las propuestas de los aspirantes a la Xunta de Galicia, leyendo las
noticias y analizando ciertos detalles, como por ejemplo la invisibilización de
los medios de comunicación por los candidatos que representan la alternativa frente a
los partidos tradicionales, es decir lo mismo con los mismos.
Me
hubiera gustado ver un “cara a cara” entre Alberto Núñez Feijó y José Manuel
Beiras, tal como ocurrió con los candidatos del PSOE y el BNG.
El
temor del candidato a la reelección de la Xunta a enfrentarse a la sabiduría del
profesor de económicas de la USC llamó mi atención y decidí escucharlo, conocer
y experimentar un mitin a la gallega, muy distinto de los que se viven en las
elecciones en Colombia, donde todo es tan irreal y carnavalesco que se pueden
escribir cientos de libros sobre ellas.
Y
fue en un auditorio a reventar, sumido en emociones y sentimientos en el
que comprendí que se pude salir de este letargo en el que estamos sumergidos,
que la alternativa puede ser la opción ya que los otros no han podido sacar el
barco a flote.
Pero
más que los discursos galegistas, reivindicativos y unas cuantas verdades me
emocionó ver a una juventud comprometida, participando y contribuyendo al
cambio y esto es una buena señal.
Este
despertar no será en vano si la juventud le apuesta a hacer parte de la
historia y componer la senda que los mayores han estropeado.
Aunque
no tenga derecho a votar por la mejor opción para este país, mi otro país, al
menos puedo acompañar a esa masa de insatisfechas e insatisfechos que esperan
para esta Galiza y su futuro un mejor panorama, se lo merece, nos lo merecemos.
Ojalá
que los que puedan ejercer el derecho al voto, lo hagan por el cambio que nos han negado.
Aburiños
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