Cuando inicié mi recorrido por el mundo, este mundo que decidí andar y vivir, camino al aeropuerto le
dije a mi padre que pasara por la calle primera de
Riohacha, la primera avenida de Latinoamérica.
Anhelaba llevar entre mi equipaje de ese largo viaje el
color tiznado de su mar, el verde de sus palmeras, los rostros de sus gentes, sus atardeceres y el mensaje que las olas del mar dejan al tocar la playa.
Los aromas, los colores, los atardeceres y las indígenas
vendiendo sus multicolores mochilas siguen ahí, aunque no se comparan con las inmensas
ganas que tengo de volver a caminar las
calles de Riohacha, pasear por el muelle, pasar por el Callejón de las
Brisas y entrar al bar de Demetrio Nader Mac.Daniel.
Atravesar el parque Padilla, aunque me gustaba más cuando tenía los almendros, quedarme un rato en la
esquina del Teatro Aurora y si es posible disfrutar de un granizado de fresa con mi prima Yaneth .
Quiero ir a Riohacha, tomar una bocanada de su
aire y volver
2 comentarios:
yosss, por favor eso es demasiado profundo para leer en estos putos dias de otoño, hazme el favor, eso le llega a uno al alma vea y se la resiente, un abrazote y yo tambien quiero ir un ratico y volver ah y me encanta esa foto
Te regalo la foto, las ganas de ir, el granizado, la brisas marinas, el movimiento de las palmeras y hasta un chapuzón en ese mar tan único como el de nuestra Riohacha. Hay que ir, y volver, nuestro sitio está aquí.Te quiero mucho miña Zari.Ah y debemos actualizar nuestro periódico de comadres.
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