Mientras miles de parados engrosan la
lista de desempleados en España, la gente se encierra en los cajeros para
impedir que les quiten sus casas y los empleados de los hospitales están en pie
de lucha para frenar la privatización de la salud, el gobierno saca de la chistera
el borrador de una reforma a la educación que destroza la identidad de los
pueblos: su lengua.
Ya lo había sentenciado tiempo atrás el ministro de
educación José Ignacio Wert, cargo que de por si le queda grande y en esto
coindice la gran masa, cuando prometió “españolizar a los catalanes”.
Como era de esperarse los catalanes, que desde
hace un tiempo están inconformes con el discurso “minado” del gobierno, han
manifestado su rechazo y si es posible recurrirán
al Tribunal Constitucional. El mismo disgusto se han llevado las comunidades Andalucía, País Vasco y Asturias que objetaron la proposición
del ministro.
La propuesta de
reforma a la educación que en vez de modernizarla y ponerla a la par con las
necesidades y exigencias de los tiempos, retrocede en lo que tiene que ver con
el derecho a la inmersión lingüista y se
aleja de la inclusión educativa que buena falta hace por estos lados.
En caso de aprobarse la medida, las autonomías “en quiebra” con lenguas cooficiales pagarán
la matrícula de los estudiantes en centros privados que enseñen en castellano
cuando no haya oferta docente pública o concertada, lo que quiere decir que la
educación de los hijos de catalanes, galegos y los euskeras parlantes solo será en castellano o en idioma extranjero, mientras que su lengua materna pasará a un tercer plano.
En Cataluña las asociaciones
de padres, profesores y sindicatos ya hablan de “luchar con uñas y dientes” si
es posible para evitar a toda regla la muerte del Catalá.
Para una muestra de este
conflicto idiomático que apenas empieza las palabras de insumisión de la presidenta
de la Associació de Mestres Rosa Sensat, Irene Balaguer, quien dijo que los profesores continuarán luchando por el
catalán "como en el franquismo", aunque no haya suficientes cárceles.
Así estamos, un día se amanece con más desempleados
y el otro con elementos de distracción y todo para no buscarle una salida al
empacho de tanta religión, imposición, austeridad al extremo de la pobreza y medidas tan derechas como incoherentes.
Petons
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