Hermosa, así como la imaginé, es Lisboa. Caminarla
de arriba abajo, disfrutar y leer su historia escrita en los azulejos que adornan
sus paredes fue una experiencia enriquecedora.
Me enamoré de los olores y sabores de Lisboa, Libón como
decía mi profesora de francés, y me quedaría en ella si no fuera porque tengo
que seguir caminando y estudiando.
En estos días de conflictos internos recordé las
sabias palabras de mi madre: “tú vas a España a estudiar” y a eso debo dedicarme,
aunque de vez en cuando tenga tiempo para emprender nuevos viajes con mi senderista.
En octubre haremos el camino, ya es hora para dos
caminantes que les gusta explorar y buscar nuevas rutas en la vida.
Obrigada Portugal, obrigada Lisboa
2 comentarios:
yos en la cara se te noa la felicidad, esa felicidad que solo da el descubrir el mundo, te quiero
Y yo a ti mi amiguita.
Gracias por eso
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