jueves, 5 de junio de 2014

Sola se queda Fonseca

El ruido de las maletas por los pasillos de la residencia universitaria me recuerda que es fin de curso y los estudiantes van a casa. “Estamos a finales de mayo”, me digo aun incrédula de cómo se han ido los meses.
Es fin de curso y yo creo que el mío  no ha empezado, será por el dilema que tengo con el tiempo, creo que me tiene manía, o yo a él.
No sé que será más cruel, por así decirlo, que a estas alturas del año mi curso apenas inicie o que la residencia quede sola.
Los que se fueron no solo aprobaron el curso sino que regresan a casa para disfrutar de vacaciones, calor de hogar y ligues veraniegos. Situación contraria de los que nos quedamos, que además de no comernos un rosco, tenemos que apañarnos con otro verano más en la residencia: nuestra casa.
Era un jueves el día que llegué a Santiago atraída por el ambiente académico y cultural. De camino al aeropuerto al piso el  taxista me dijo que estaba a tiempo de unirme a la fiesta estudiantil santiagueña. De eso ya hace tiempo y muchos aguaceros han remojado esta tierra.
Santiago ya no es lo mismo. La crisis ha obligado a muchos estudiantes dejar los estudios, a emigrar  y con ellos se ha ido la alegría. Los estudiantes le dan vida a esta ciudad.

Posdata: Con la renuncia de Juan Carlos de Borbón al trono me ha invadido la tristeza por la humanidad. Pensar en monarquías, reyes, reinas y princesas en estos tiempos modernos es además anacrónico, el peor de los sometimientos del hombre por el hombre.

Viva la República   

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